jueves, 10 de noviembre de 2011

Año raro

Hace mucho que no pasaba por aquí. Y ahora... No sentía mucha necesidad.
El facebook me ayudaba a sacar, con una simple frase, lo que bullía en mi interior. Ahora, muchos meses después, me alegra volver a este lugar. Aquí puedo expresarme de forma más libre porque, después de tanto tiempo sin escribir, hay mucha gente que no me visita. Así que por ese lado genial. Me gusta esta intimidad mía, aunque algunas personas la lean.
Este año es un año raro. Tengo mucho tiempo libre y esto hace que la cabeza de más vueltas. Y que el corazón tenga más tiempo para moverse y, claro, se hace notar. Hoy estoy compulsiva con esto de las teclas. Siento la necesidad imperiosa de sacar la pena por la punta de mis dedos y que se quede en el ordenador. Me da la sensación de que si aporreo mucho las teclas me quedaré vacía de dolor.
Este es un año raro. Tengo tiempo de más y personas de menos y una casa de menos y una familia de menos. Y, además, tengo un paso que dar. Algo que me da miedo pero en lo que tengo volcadas muchas esperanzas de ser más feliz. Necesito que llegue ese momento, empezar a vivirlo. Creo que muchas personas caen en la absurda creencia que, solucionando un problema que se nos presenta como el más grande, solucionamos nuestra vida entera en todos sus ámbitos y nos garantizamos una felicidad segura y una imposible infelicidad. Por mucho que no quiera, yo también caigo en eso y me pregunto cómo me sentiré cuando descubra que no es así. Cuando siga teniendo malas rachas, inseguridades, ansiedades, necesidades extremas... Las personas que se fueron no van a volver por dar yo ese paso. Y su ausencia es parte de mi tristeza actual. La vida sigue. Para lo bueno y para lo malo. Hay una persona a la que le dije una vez: "prométeme que si alguna vez paso por esto, estarás a mi lado para tranquilizarme". Ella me dijo que sí. El error fue mío por pedir promesas que no se pueden hacer. El error es necesitar tanto a alguien. El error es no ser capaz de pasar página sin sentir la pena en la garganta. Me siento un poco huérfana de madre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si que es raro sí, a veces nos autoengañamos y nos hacemos mucho daño, también se lo hacemos a los demás. Te veo en una espiral peligrosa. Los juegos tienen normas y hacer trampas nunca funciona. Y una aprende y aprende...

Anónimo dijo...

No sé de qué me hablas
Vallipon