miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pérdidas


He perdido a dos personas. A las dos las quiero muchísimo y de una forma muy especial. No han muerto, siguen vivas. Me duelen en el alma.


La primera de ellas decidió marcharse y la dejé ir. ¿Por qué? Creo que años atrás no lo habría hecho pero, hoy por hoy, creo que no me merezco correr tras una persona que está de espaldas a mí. La echo mucho de menos. Y, pese a todo, no la quiero menos. Hay días que sólo la necesito a ella. Esto sucede porque me pasa algo y sé que sólo ella me haría sentir reconfortada. Es una pena. Hace tres años escribí en este blog que los momentos tan bonitos que viví a su lado los tendría siempre en la estantería donde pongo las cosas más importantes de mi vida. No he sido capaz de romper esa promesa. Por más que lo he intentado. Te tengo clavada en el final de mi esófago.

La segunda de ellas es complidao de explicar. Vivimos unos días muy especiales. Pasaron esos días y pese a que transcurrió tiempo y que tuvimos conversaciones, nunca llegue a sentir que le importaba, tampoco sentí su cariño. Yo le perdoné todo y hasta el último día ésperé a que me demostrara su cariño. La cosa se rompió por otras causas sin haber percibido nada de eso. Echo de menos cómo hablábamos en la cama o cuando me despedía de ti antes de irme a trabajar. Pero, sobre todo, echo de menos una mirada que me decía que te importaba. No la volví a sentir nunca más. Y era tan fácil... Te sigo queriendo, aunque quizás tú ya no.

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