viernes, 25 de julio de 2008

Abriendo caminos sin señalizar, ¡que no me señalicen!


Existe la tendencia de pensar que "cada un@ de nosotr@s tiene un rango de felicidad determinado, al igual que sucede con el peso corporal. Por tanto, igual que quienes hacen régimen casi siempre recuperan los kilos perdidos, las personas tristes no son felices de forma duradera y las personas felices no se sienten tristes de forma duradera."

Según la vivencia de cada cual, sobre todo en la infancia, nos encasillamos en una de estas dos categorías: personas con estrella y personas estrelladas.

Las personas que hemos trillado más la segunda categoría, cuando estamos bien, lo vivimos con prisa y con miedo, es como en el comecocos: cuando los mostruitos se vuelven azules tenemos que correr todo lo posible ya que, en cualquier momento, van a volver a su estado natural

Es más, solemos tender a creer firmemente que, la persona que somos cuando estamos mal, es nuestro estado verdadero, es más real, más yo. En cambio, cuando estamos bien lo vivimos como un oasis, como un descanso, como una botella de agua que nos dan en una maratón: nos alivia un poquito, pero sabemos que tenemos que seguir la carrera de sudores y asfixias.

Y creo que al sentirnos encasillad@s no somos capaces de sentir y vivir los acontecimientos estrella, o no los vivimos como reales, o no los buscamos porque creemos que no nos van a llegar, que no estamos hech@s para ellos.

Y, evidentemente, todo esto no es cierto, se parece más a las "profecías autocumplidas": nos hacen creer que podemos poner un huevo, y vamos, y lo ponemos. Lo cual nos hace ver, por un lado, lo manipulables que somos pero, por otro, la capacidad que tenemos las personas: QUE SI NOS CREEMOS QUE PODEMOS PONER UN HUEVO, LO PONEMOS!! Esto da mucha fuerza, ¿no? Agarrémonos a esta fuerza: somos capaces de lo que se nos meta en la cabeza y en el cuerpo.

Me parece que, como en muchísimas ocasiones, más de las deseadas, la religión tiene mucha culpa de esto, y me remonto al pecado original: ahí están Adán y Eva, super felices, sin preocuparse por ponerse ropa, follando como locos, haciendo lo que les da la gana... un estado placentero... pues nada, llega la serpiente y lo jode todo. ¿Mensaje que nos transmiten? no te acomodes, no disfrutes demasiado que después vendrá algo gordo, no es es posible estar bien. Es más, los desobedientes acaban peor, sé obediente, sumis@, nos construyas tu propio camino, pisa el que ya otr@s han hecho.

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