miércoles, 10 de septiembre de 2008

Experimentando con la paciencia


Ando experimentando con la paciencia, pero una paciencia nueva, la paciencia conmigo misma.
Me voy dando cuenta de que una de las claves para sentirme bien es no exigirme demasiado.

Exigirme demasiado es: querer agradar a todo el mundo, querer el todo, quererlo ya, querer estar bien siempre, querer superar las cosas en un plis, querer vivir de emociones a cada instante, querer tener a la persona, vivencia o cosa cuando quiero... y unos muy largos puntos suspensivos... más largos... un poco más largos... vale, ya.

Cuando una se da tiempo e intenta ser comprensiva con una misma aparece algo de calma, de serenidad, y una pequeña sonrisa interior que me trata con cariño y dulzura, con respeto, repito, respeto. Es como si una se tratara como una madre, una buena madre.

Retomo la palabra respeto. Es impresionante darme cuenta del cuidado que pongo en respetar a l@s dem@s y de lo poco que cuido el mío propio. Y pasa lo mismo con otras cualidades, con la paciencia también, y con el perdón, y con la comprensión... por eso muchas veces me es más fácil aconsejar a los demás que a mí misma. Es sencillo cuando le digo a alguien: es normal que te sientas así, date tiempo, apóyate en mí, estoy para lo que necesites, de verdad, ¿qué puedo hacer por tí?... otros largos puntos suspensivos... pero ¿cuántas veces me dirijo a mí en esos términos?

Si me tratara igual que trato a l@s dem@s...
Voy a tratarme igual que trato a l@s dem@s.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si Una...eso pasa, parte de nuestra erronea humanidad.
Si nos trataramos con la misma TERNURA y COMPRENSIÓN, que hacemos con los dem@s, te aseguro que seríamos personas felices, tranquilas,fluírimos en un bienestar continuo....por qué? tan sencillo como que proyectaríamos lo que SOMOS..."no lo que parece que tenemos que ser"

Primero tu, quindi tu e dopo tu.E non è il cosiddetto male egoismo.
Un bacio gran.