En días laborables me cuesta más encontrar la quietud, mi mente sabe que es día de trabajo y está más predispuesta a la actividad, a la velocidad, a programar, a planificar... Cuando imagino que es domingo llega antes la quietud.
Imagino que estoy en medio del campo, sin móvil, sin papel ni bolígrafo, sin nada que poder gestionar... me trae quietud y disfrutar el presente
La visualización de "soy una montaña" me ayuda mucho, no hay mayor quietud que una montaña.
Algo nuevo me ayuda, visualizo mi vientre como parte más profunda de mí misma y ahí me siento conectada con la parte más central de mí. A continuación intento llevar hacia allí mis respiraciones profundas y parece que la barrera está en el pecho. En el pecho es donde acumulo y siento la ansiedad. Imagino que mediante la constante respiración voy limpiando ese conducto y va llegando con mayor facilidad hacia mi centro.
Aprendo con Sergi Torres:
Cuando llega una situación inesperada que no entra en nuestra mentalidad, lo único que podemos hacer es salir de nuestra mentalidad y adentrarnos en esa situación, Si rechazamos la situación (que es vida también), la sufrimos y no hemos nacido para sufrir, sino para indagar, explorar, descubrir... Si lo vivimos, lo conocemos y aprendemos. "No tengo ni idea. Silencio. Escucho. Acepto. Respondo (no reacciono)."
La única forma en la que algo puede sorprenderme es porque pienso que tendría que ocurrir otra cosa. (Es la misma causa de la gracia que nos hacen los chistes). Por eso decimos "mira lo que me ha pasado", "mira lo que me ha dicho", porque nos habíamos adelantado a hacernos una idea de lo que tenía que pasar. ESO es lo que está pasando. Y lo que pasa no soy yo, aunque interpreto lo que pasa desde la idea que tengo de quién soy yo.
Igual que un objeto nos encanta o desagrada por causa nuestra y no del objeto (porque, de hecho, hay cosas que gustan a unas y desagradan a otras), de la misma forma, si disfruto o sufro las situaciones, vivencias y experiencias, la causa y la responsabilidad soy yo y mi interpretación. Tengo que abrirme a la experiencia como una oportunidad, una aventura y un aprendizaje.
Pongo la atención en la situación, luego en mí, luego en la situación... y así varias veces. De esta forma tomo distancia y aprendo que lo que me causa lo pongo yo y no la situación.
Me viene una duda: ¿Cuándo alejarme de la situación y cuándo adentrarme en ella? ¿Será que primero tengo que alejarme para verla con distancia y después adentrarme a vivirla? Con los sentimientos lo mismo ¿Alejarme para ver que no los trae la situación y después atravesarlos?