martes, 10 de noviembre de 2020

Día 24


Hoy no tengo absolutamente ningunas ganas de sentarme a meditar. Me encuentro desilusionada, desencantada en general porque no me va como querría, me noto estancada, que no avanzo. 

Busco una meditación guiada de Claudio Naranjo y no encuentro. Llego a otra pero no me llega. No me conecta, no la dejo acabar. Me pongo música de meditación.

Consigo irme centrando con la respiración, comienzo a solo estar, paso a centrarme en aquí y después en ahora, siento todo lo que la vida me ofrece en este sitio exacto y en este momento exacto. Siento la calma que me regala este momento y bebo de ella. Busco palabras que me relenticen y me relajen: calma, océano, sonrisa serena... y, a continuación, espacios y lugares... ohhhhh... me hacen conectar mucho con la calma y la lentitud, con detenerme y sentir paz, sentir que lo tengo todo en ese instante sin tener nada. Me emociono al pensar en lugares a los que ahora no puedo ir por el cierre perimetral: campo, vista de una sierra, hierba, mar, un porche al sol, un camino de Santiago... Siento pena por ello, pero luego me doy cuenta de lo feliz que me hace sentir traerlo a este momento con todas sus sensaciones. Las siento como si estuviera allí. Es fantástico. 

Respiro recargando la calma dentro de mí para el día de hoy. Me propongo hacerlo todo con calma, sin prisas, y si no llego a hacerlo todo no pasa nada. Y si llego tarde a algún sitio tampoco pasa nada, no tengo nada que sea vital en el día de hoy.

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