miércoles, 11 de noviembre de 2020

Día 25


Hoy me ha sido fácil. Ayer di con varias claves que me ayudan mucho. Me he puesto música desde el primer momento, sé que me conecta con un ritmo lento, me para, me calma, favorece que las imágenes y pensamientos que vengan a mi cabeza sean lentos o, si no lo son, vengan sin tanta aceleración. 

Respiro hondo y despacio, imagino cómo me trae calma esa respiración, imagino cómo me limpia por dentro.  Me invito a sentir mi presencia, a sentirme a mí, aquí, lejos de todo lo que no soy yo. 

Me vienen a la mente pasiones en las que pongo mi centro, y pienso que no son mi centro, mi centro soy yo.

Respiro palabras que me llevan al estado en el que deseo vivir: calma, traigo calma, solo estoy, estoy aquí. Una mención especial para "aquí y ahora". Me detengo en que estoy aquí, exactamente aquí, y ahora, exactamente ahora, y en que la vida se está manifestando generosamente en este lugar y en este momento, me regala este espacio de calma, tranquilidad y paz, este espacio de solo yo. Lo disfruto y me traslado a otros momentos de aquí y ahora. Casi todos relacionados con la naturaleza. Voy "re-sintiendo" lo que viví en esos momentos y puedo disfrutarlos como si fueran ahora. 

Me planteo: ¿qué pasa con todo este pensamiento? Es pensamiento, eso que debo observar y dejar ir en meditación, pero creo que tengo que establecer una diferencia entre pensamiento que me lleva al estado que busco en mi vida: calma, serenidad, slow, y pensamiento que es todo lo contrario y que me lleva a un estado y a una experiencia que no es la de la meditación. No sé si esto es acertado. ¿Son válidos unos pensamientos y otros no?

Ha habido un momento en el que he tocado un recuerdo de una persona importante para mí con la que actualmente no tengo contacto y me ha producido dolor. He intentado recordar lo que aprendí de Sergi Torres: Un recuerdo (momentos disfrutados con esa persona) no es doloroso, yo le pongo el dolor en el presente porque no está. 

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